jueves, 25 de marzo de 2010

A: "Su música, señor. ¿Alguna otra cosita?" B: "Nada más, gracias"

Muchas son las expansiones y muchos los alcances de la música; muchas son las formas de percibirla, de sentirla y de apropiarse de ella.
U
na de las formas de apropiación más ricas es aprender a ejecutar un instrumento; es pasar de ese estado pasivo en donde simplemente somos receptores (el cual por sí solo es bellísimo), a un estado activo, en donde empezamos a formar parte del maravilloso proceso de reproducir y crear música nosotros mismos.
S
i bien puede ser un proceso bastante largo y extenuante, incluso frustrante, una vez que vamos viendo los avances nos vamos llenando de una satisfacción absoluta, y empezamos incluso a admirar aún más a nuestros ídolos ya que entendemos el largo camino que ya recorrieron para estar donde están: en mi caso particular, y sé que en el de muchos otros también, en un pedestal gigantesco, en el cual soñamos un día estar nosotros mismos.
Inolvidable resulta ese primer acorde de nuestra canción favorita una vez que aprendemos a interpretarla, o ese ritmo continuo y dinamitante, lleno de platillos con el que incomodamos a todos en casa, incluso hasta a nuestros vecinos.
C
omo hipnotizados por la sensación y las nuevas emociones, como el mar conduce las olas, así la música nos va llevando a lo inevitable, la creación de nuestra propia música.

Algunos desarrollan la capacidad para componer sus propias canciones, otros, aprenden a trabajar en grupo. Es este segundo caso el que quizás requiera más trabajo y esfuerzo, por lo que un simple párrafo no sería suficiente para abordarlo, así que será en otra ocasión.

1 comentario:

  1. realmente ese paso a dar es muy grande en el camino de la partitura, y mas que un reto, hacer música es un sueño,y que los demás lo sientan es un regalo del cual nadie sabe si es para el músico o para el público

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